Reflexión – La Semana de la Familia
EL MATRIMONIO, ESPACIO VITAL PARA LA FAMILIA
1. Del matrimonio surge la familia.
Solo la comunidad del hombre y la mujer esposos son los que hacen posible la comunidad de padres y de hijos, más aún de parientes. En ningún lugar mejor podrá desarrollarse un ser humano como en la familia. Y no puede haber familia sin padres esposos.
De la fecundidad de los esposos nace la familia. La familia, desde este hecho, surge de la interrelación amorosa, primero de los esposos que se unen por amor, y luego de los hijos, que la sangre, la vivencia íntima y la convivencia fraternal, hace que vivan siempre comunicados y entrelazados a lo largo de toda la vida.
En efecto, el Dios Creador, en su sabiduría divina, invitó primero al hombre y a la mujer a unirse. Los invitó a sellar su amor de pareja, siendo los dos una sola carne. Pero al mismo tiempo los invitó para que de esta unión amorosa, surgiera la vida de los hijos.
2. De la comunidad matrimonial a la comunidad familiar.
El mismo nacimiento de un ser humano, expresa que venimos de una madre y de un padre que nos engendraron. La misma indigencia en la que nacemos, nos hace totalmente dependientes, sobre todo de la madre. No podemos sobrevivir solos, mucho menos desarrollarnos y llegar a la madurez.
Hay pues, una relación íntima entre el matrimonio y la familia, porque el matrimonio funda la familia y la familia es el último fin del matrimonio. Por este motivo, SEGÚN SEAN LOS ESPOSOS, LO SERÁ LA FAMILIA.
Por esto, no pueden haber buenos padres, si antes no son y fueron , buenos esposos.
3. El amor hace la familia
El principio interior, la fuerza permanente y la meta última del matrimonio es el amor que tiende a formar una comunidad de vida, como Dios vive dentro de Sí, y como quiere vivir con nosotros, como una familia que ama siempre. Es pues, el amor el que hace que las personas vivan en verdadera comunidad. Por eso sin el amor la familia no puede vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas. El origen de toda familia siempre será el amor matrimonial, porque del amor de los esposos surgen los hijos que convierten a los esposo en padres amorosos. El amor paternal es la continuación del amor de los esposos, y se demuestra plenamente en el amor a los hijos.
Recomendación: Oración desde la palabra
(Lección divina – Mt 19, 3-8, Salmo 127)